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domingo, 13 de diciembre de 2009

Capitulo 2.-
El Camino; Pág.166 – 168:


El periodista amaba la poesía. Sabía muchos poemas de memoria y los recitaba para si y para los demás todas las noches. Leía bien, en una voz maravillosa cuya entonación revelaba la verdadera alma del poeta. Leyó a Blok, Brasov, Pasternak, Simonov, Gumilev, Lermontov, Esenin, amaba a estos poetas sobre todos los demás. Mientras recitaba, proyectaba su voz, se hacia clara, expresiva, dando importancia a cada una de las palabras y frases. Incluso un poema bien conocido parecía diferente cuando el lo leía y era escuchado como si fuera la primera vez. Lo recuerdo recitando “La mujer Desconocida” de Blok. Lo escuchábamos y nos olvidábamos de donde estábamos; nos olvidábamos de las barracas, del frío, del hambre, del encarcelamiento, transportados a la antigua San Petersburgo todos juntos con la “Mujer Desconocida”.





Su seda gruesa
Te recuerda los tiempos pasados
Su sombrero con plumas de avestruz
Y su fina mano con anillos,
Ella camina despacio, entre borrachos,
Siempre sola, sin amigos,
Exhalando perfumes y rocío
Se sienta cerca de una ventana.

Escuchando a el, parecía que estábamos sentados allí y veíamos a esta mujer. Cuando recitaba a Esenin, acompañaba a este infeliz poeta, de alma enferma; su profunda pero exhausta amabilidad llenaba el alma de su poesía, el dolor y la tristeza de una vida vivida sin sentido.

El periodista recitaba diferentes poemas, pero yo recordaba uno en especial de Simonov, “Espera por mi, que volveré”. Cinco o seis personas sentadas a su alrededor, hablaban. Alguno le pidió que recitara un poema. El hablo por algunos pocos minutos, y de repente paro, perdido en sus pensamientos, era obvio que había recordado algo y dijo, “Recitare uno de Simonov”. Lo acuerdo recitándome este poema en 1942, en el frente de batalla. Era un poema de guerra:”


Espérame, volveré,
Pero espera y espera bien.
Espera cuando llueva amarillo
Trae tristeza,
Espera cuando este soplando la nieve,
Espera cuando haya mucho calor,
Espera cuando muchos ya no sean separados,
Y olvidados.
Espera cuando las cartas no lleguen
De lugares lejanos.
Espera sola cuando aquellos que esperaban contigo
Estén cansados de esperar.

Escuchábamos las primeras líneas sin prestar atención, pero entonces la profundidad de su lectura y calidez de las palabras nos cautivaron. La vida del campo a nuestro alrededor, la desesperanza, la desesperación nos hacia acordarnos de nuestros seres queridos y despertó en nosotros nuestro pasado, tan lejano.


Espera por mí. Volveré,
En contra de toda esperanza.
Deja que los que no esperaron por mí,
Crean que fue la suerte.

En la lectura su voz era alta y llenaba gran parte de las barracas, así que otros muchos prisioneros se unieron al grupo de la audiencia.

Cada uno, inmersos en sus piropos recuerdos, raramente se atrevía a respirar, para no perderse una palabra. Todos pensaban en sus familias, hogares, los que Vivian en libertad: “¿Estaban esperándome? ¿Se acordaran de mí? Oficialmente estoy muerto. Ya no estoy en ninguna lista”.

La voz continuaba:

Aquellos que no esperaron, nunca entenderán
Como en medio del fuego,
Tú me salvaste
Esperando por mí.
Como sobreviví seré conocido
Solo por ti y por mí
Tú simplemente supiste esperar,
Como ninguna mujer supo.

El periodista termino, bajo la cabeza y cayo en sueño. Los que estaban a su alrededor silenciosamente y despacio volvieron cada uno a su litera.

Un hombre alto, de unos cuarenta años de edad, inesperadamente dijo, “¡Yo sobreviví la guerra, estuve tiempo en el hospital, luche por Rusia de nuevo!. Le escribí a mi mujer: “¡Volveré---espérame!” Y aquí estoy, con mi esposa todavía esperándome, pero ¿Cuál es el punto? Estamos aquí atascados en este campo especial, y esto es para siempre”. E inesperadamente termino con, “¿Quién sabe, si a lo mejor saldremos de aquí?”


Capitulo 3.-

Los Hijos Espirituales; Pág.234 – 235:


El Padre Arsenio se detuvo y me dijo: “¿Recuerdas la muerte de la Madre Maria?” y sin esperar respuesta continúo. “He visto mucho a lo largo de mi vida, he conocido a muchas personas y he podido aprender algo único de cada uno de estos encuentros, algo nuevo, algo enormemente necesario y profundamente instructivo. Siempre percibí la voluntad de Dios, Su gran sabiduría y Su providencia”.“No ha habido grandes ni pequeños encuentros. Una personas humana es siempre una persona humana y, quienquiera que sea, esta hecha a la imagen de Dios y esto siempre permanece con el. Lo que pasa es que en unos casos los pecados hacen palidecer esta imagen; en otros casos, el gran poder de los esfuerzos del hombre en el nombre de Dios puede hacer que el este hombre brille como un ángel de Dios. He encontrado tales siervos de Dios tres veces en mi vida. Mis encuentros con ellos fueron una alegría espiritual, un enriquecimiento y una revelación de Dios mismo”.

“De todas y cada una de las personas que he conocido he sacado algo bueno, he cogido lo mejor, se me permitió aprender algo de cada una. Pero la confesión del monje Mihail en el campamento, mi encuentro en el extremo norte con el sencillo sacerdote pueblerino Padre Oían, y ahora mi encuentro con Madre Maria fueron revelados para mi, fueron momentos espirituales decisivos para mi, los cuales me han hecho entender y evaluar de una forma totalmente nueva la existencia, las personas, y mi propio itinerario de vida”.


“Escuchaste a la Madre Maria contando su propia historia, pero pude ver que no la apreciaste y no la entendiste al principio. Su vida te pareció banal, común. Tú no fuiste el único: su propia familia la vio del mismo modo. Cuando estas cerca de una montaña puedes ver las piedras que la componen, no la montaña en su totalidad; es lo mimso con la vida de una persona”. “Piensa sobre su vida, revísala seriamente. Fue una negación absoluta de si misma; no vivió para si, solo para Dios y las personas que estaban a su alrededor. De niñita, de joven huérfana, siempre quiso pertenecer a Dios. Fue una joven que vivió en una casa rica de un terrateniente y todavía anhelaba una vida en Dios, Fue novicia en un monasterio, mujer de la limpieza en una iglesia donde el sacerdote quiso violarla, trabajadora, enfermera. Donde quiera que estuvo, sus pensamientos siempre volvían hacia Dios y se disolvía su propio “Yo” completamente en la vida de otras personas; la abandonaban por ellos, Esto es lo que tu no has entendido de su historia, lo que no has sentido”.


“Mientras escuchaba su historia me conmoví mucho. Estaba sorprendido del poder de su espíritu y su constante anhelo de Dios, el cual vence todos los obstáculos y todas las posibles dificultades. Su última confesión me abrió incluso más la perfección de su alma, su gran humildad y su amor por los demás, Todo esto vivido en la vida diaria, en medio del hombre sencillo que nos rodea y de la moderna y destructiva vanidad de vanidades. El hecho de que sus acciones fueran desconocidas, la humildad y el sentido esfuerzo sostenido por la Madre Maria”. Lá madre Maria sabia ser paciente.


Esto es lo más importante en la vida de un cristiano: Saber lo que es ser paciente y no pensar que lo que estas haciendo es difícil. Mientras haces el bien a otras personas solo tienes que recordar que el que esta sufriendo y necesita tu ayuda es tu hermano. Tú le llevas la ayuda no por ti mismo sino de Dios y en su nombre. La Madre Maria sabía como hacer eso. Olvidándose de su misma. Escuchando su confesión, estaba contentísimo y mi espíritu se elevaba. Incluso sus pecados, y tenia algunos, eran la prueba del valor de la persona en su comportamiento, ya que peleaba el buen combate para corregir estos pecados mostrando así la victoria del espíritu sobre la carne, de la fe sobre el pecado”.

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