50 k. desde el Chimborazo a Riobamba!

viernes, 17 de septiembre de 2010


Continuando el tema anterior, estábamos en los exteriores del primer refugio algo congelados y preparándonos con el equipo necesario para el descenso e ida de vuelta hasta Riobamba en bicicleta; actividad que pensé que no me tomaría más de 2 o 3 horas… luego caí en cuenta de mi error. El guía me ayudo a ponerme los cinturones para las piernas, rodilleras, coderas, guantes y casco, etc y antes de recibir las ultimas indicaciones y siendo cerca de las 2 de la tarde estábamos listos para cubrir la ruta, después de algunos problemas para hacer rodar la bicicleta por la cantidad de lodo y piedras estábamos bajando siempre teniendo en mente el consejo dado de siempre controlar la bicicleta y que ella no te controle a ti y debido más que nada a que uno se tiende a emocionar de más cuando la velocidad aumenta, aquí el factor peligro lo proporciona los precipicios y la excesiva niebla que nos acompañaba en nuestra ida a la base del volcán.


Para es ahora de la tarde la temperatura había disminuido bastante y estaba experimentando los 0 grados se podría decir que el clima nunca esta a tu favor ya que la graniza seguía cayendo; mientras iba descendiendo iba a tal velocidad que sentía que el frio me pegaba en la cara lo cual debió ser cierto ya que la tenia totalmente roja, pero ese no fue el menor de los problemas ya que mis manos no estaban recibiendo la suficiente protección contra el frio y pronto el frio se transformo en dolor que si me pidieron describirlo seria como tener carbón caliente en las manos! Y eso sin duda era una mala señal. Me tomo algunos minutos hacer entrar en calor mis manos y seguimos con el viaje, ahora la neblina se intensificaba y después de algunos minutos habíamos salido a la carretera, nos reagrupamos para seguir con la siguiente parte del tramo el cual seria pasar por entre los paramos desérticos obviamente saliendo del camino pavimentado ahora estábamos viendo el mejor camino a seguir así también como nuestro próximo punto de encuentro. Con toda certeza les puedo decir que el camino no era de lo más cómodo y había que tener suficiente atención con las piedras en el camino (habían demasiado y muy grandes), pudimos pasar por algunas formaciones rocallosas y en más de una ocasión pudimos toparnos con manadas de vicuñas las cuales no se dejaban tomar fotos decentes, peor el que nos acercáramos lo suficiente antes de que salieran velozmente en grupo. En ocasiones tuvimos que detenernos y seguir el camino a pie con las bicicletas a cuestas ya que ciertas zonas tenían grietas bastante pronunciadas las cuales eran poco probables de saltar sin la suficiente aceleración que los espacios cortos y llenos de rocas no nos proporcionarían en otras partes del tramo el camino era tan estrecho que se necesito de todo nuestro equilibrio y sin dejar de lado las partes en las que por las subidas y bajadas inesperadas te hacían tener que usar las piernas para no perder el balance, además hubo en momento en el que me quede atrás y me tope con dos caminos; tenia mis dudas sobre que camino tomar, pero mis instintos de viajero me ayudaron a dar con el camino correcto (risas nerviosas) en total el camino estuvo de lo más emocionante aunque también tuvo su lado calmado que fue casi al terminar de cruzar el paramo el cual era de bajada y liso, casi sin rocas y con muchas vicuñas observándonos de cerca, con algo de audacia Erick aprovecho a sacar su cámara y tomarles fotos en movimiento.






Acabado aquel tramo llegamos a una grieta tipo precipicio donde con la ayuda de Erick pasamos las bicicletas al otro extremo dando cada uno un salto mediano para llegar al otro lado ahora solo nos faltaban otros 10 minutos para llegar a la carretera, los últimos metros tuvimos que recorrerlos a pie con la bicicleta a un lado por lo accidentado de la zona; ahora que estábamos nuevamente con el guía nos estaba indicando la siguiente ruta, en esta ocasión iríamos a un lado del carretero pasando por algunas de las comunidades cercanas y mientras avanzamos a gran velocidad muchos niños nos saludaban a lo que pasábamos, en el trayecto pasamos también por muchas haciendas y fincas y en eso comprendió la parte placentera del viaje ya que en la mayor parte no tuve que pedalear por la cantidad de bajadas que habían. Estaba ahora pasando por caminos con inmensos valles y precipicios frenando con cautela en los desvíos ya que no quería terminar 100 metros abajo y así pasaron los minutos, el viento golpeaba con fuerza mi rostro y no se me ocurría nada más que cantar a viva voz, ya para ese entonces teníamos unas 3 horas de viaje pronto nos toco subir por una colina lo bastante empinada como para pedir un descanso de 15 minutos, fue justo en ese momento mientras grababa un video desde lo alto de la colina que empecé a sufrir por la altura; al parecer no estaba llegando el suficiente oxigeno a mi cerebro y empezaron a experimentar malestar en la parte baja de la cabeza (nuca) además de dificultad para hablar acompañado por supuesto de mareos… con algo de terquedad pude controlar los dos últimos problemas pero el malestar en la cabeza me acompaño hasta mi regreso al hotel.





En esta parte del viaje estaba ahora en la cabina del carro tratando de recuperar fuerzas mientras consumía algunos dulces y tomaba mucha agua, estaba totalmente deshidratado y mis prendas húmedas de sudor y de la nieve del Chimborazo que había empezado a derretirse pocos minutos después de llegar al paramo; en carro logre ver a lo lejos la conocida “Piedra negra” la cual estaba en lo alto de una colina justo al frente de nosotros, nos detuvimos y sacamos los binoculares para poder apreciar mejor la vista, luego de eso seguimos el angosto camino de aquella colina, por lo que me decía el guía el próximo punto seria un “tambo” en la parte baja del valle que venia a continuación donde tendríamos la oportunidad de ver aves como el colibrí y con algo de suerte encontrar fuentes con agua mineral. Descendimos hasta llegar al fondo de aquel valle donde habían gran cantidad de flora y vegetación, la historia detrás del lugar era que los tambos eran usados para ofrecer protección contra el frio y un lugar de descanso para los mensajeros incas que llevaban noticias a través de todo el territorio y utilizaban estos lugares como sitios de refugio, era un lugar bastante extenso y se pidió sentir bastante paz, las formaciones rocosas que nos rodeaban impedían que el viento llegase al lugar pero aun así hacia bastante frío. Luego de una búsqueda infructuosa de aves llegamos a unos pocos metros a una fuente de agua la cual proveía de agua a 3 comunidades cercanas, nos aventuramos al fondo para poder degustar del agua y comprobar si esta tenia gas lo cual era cierto. Estábamos saliendo de la fuente camino a la camioneta para recoger algo de agua, revisar las rutas en el mapa y sacar los binoculares para echar un vistazo a nuestro alrededor, ahora de regreso Erick nos acompaño en el carro e íbamos de regreso a lo alto de la colina para tomar otra ruta que nos lleve a la carretera; siendo cerca de las 5 de la tarde bajamos nuevamente las bicicletas para lo que serian los últimos kilómetros del recorrido (créanme esos “últimos” kilómetros duraron más de lo que aparentan) el camino consistía en una bajada mortalmente empinada repleta de piedras, baches y curvas con lo que la vi “negra” justo cuando me disponía a seguir recibí una llamada de mi padre que me distrajo por los siguientes minutos.





Habiendo terminado la llamada y dejando del otro lado de la línea a mis padres preocupados ya que no sabían de mis planes en la sierra empecé el descenso con bastante cuidado, en ciertas partes iba rápidamente pero en otras tenia que esquivar rocas del tamaño de mi cabeza y frenar despacio para no tener que lamentar una caída bastante dolorosa. Este trayecto por lo dificultoso del camino y la cantidad de curvas me hacia pensar en que hubiera sido de mi si frenaba con fuerza y terminaba en el fondo de los barrancos y cual seria mi aspecto después de eso… al parecer la suerte estuvo de mi parte y pude superar esa carrera de obstáculos ahora en el último descenso pude ver a lo lejos la ultima población por la que pasaríamos; era un camino recto colmado de algunas fincas con perros guardianes sueltos, estábamos en sobre aviso con eso y debíamos cuidar la velocidad con la cual pasaríamos ya que si íbamos muy rápido nos perseguirían y si íbamos lentamente seriamos presa fácil, Erick se adelanto y yo le seguí el paso a unos 50 metros venia la camioneta con el guía al volante el cual cumpliría su parte en los próximos minutos. Tuve suerte al no toparme de cerca a perro alguno pero si habían bastantes niños que nos seguían el paso corriendo y saludando lo cual me alegraba mucho ya que algo que admiro y estimo en un niño es su facilidad para ser feliz, ellos siempre sonríen, son sencillos e inocentes; habíamos llegados a partes con baches y pudimos ver a otros ciclistas del sector; poco a poco el sol se fue escondiendo y nos vimos inmersos de la mas increíble obscuridad fue entonces cuando el guía prendió las luces del carro para alumbrarnos esa parte del viaje, la cual fue de gran ayuda ya que no se veía nada.


Habiendo llegado nuevamente a la carretera seguimos por ella hasta la iglesia de San Lucas en Riobamba y siendo las 8 y 10 de la noche nos detuvimos a las afueras del edificio para quitarnos el equipo y trepar las bicicletas, estaba muerto, sudado, con ampollas en las manos y dolor en los muslos, pero todo había valido la pena y siendo sincero en partes odie el paseo por lo difícil de las rutas y de los golpes que me termine dando. Esta experiencia me había puesto a prueba tanto física como mentalmente, mi cuerpo había experimentado sus límites pero aun así quería seguir y seguir; una vez que me quite el casco empecé a sentirme mejor del mareo y ya en la camioneta nos pusimos a comentar y escribir sobre nuestras experiencias. Ahora estábamos en una carrera contra el tiempo ya que debíamos pasar por un cajero y comprar el pasaje de tren de Erick, luego de despedirnos y dejarme en el hotel, fue entonces cuando comenzó la lucha contra los síntomas del mal de altura y me sentía un tanto preocupado ya que no tenia fuerzas para buscar algo de comer, solo estaba tendido en la cama casi sin sentir mi cuerpo, pude levantarme para darme un merecido baño de agua caliente de una hora y salir ha arreglar mi maleta para la aventura del día siguiente que seria el viaje en tren hasta Palmira, en las siguientes horas solo descanse y veía Cougar town y Ghost Whisperer en Sony para luego ver un documental sobre los Etíopes ortodoxos esto mientras esperaba a que se cargara las baterías de la cámara y del celular. Siendo la 1 de la madrugada estaba apagando todo y listo para lo que vendría en las próximas horas…


P.D: Quiero aprovechar para agradecer a todos quienes me escribieron y llamaron ese día para saber de mi estado, les agradezco infinitamente su preocupación hacia mi; sin saberlo me dieron nuevas fuerzas para seguir, un abrazo!

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