Redescubriendo Ingapirca

lunes, 21 de noviembre de 2011


Habiendo descansado un poco del viaje y del trajín del primer día estábamos en pleno día Jueves y 5 minutos luego de abrir los ojos se me ocurrió llamar a una amiga para consultar sus planes del día; anteriormente habíamos comentado la idea de ir hasta Ingapirca solo que aun no se había confirmado una fecha la cual podría bien haber sido el Viernes o el Sábado, para alegría mía se había decidido que ese Jueves sería el día de la expedición. Tomando algo de fuerzas para caminar hasta el baño y lavarme la cara y los dientes trataba de acostumbrarme al clima frio y a las trampas mortales en las que se convierten los baños con una temperatura un poco mayor a los 10 grados.

En la sala ya me estaba esperando levantada mi amiga Melodie y su mamá quienes estaban terminando de preparar el desayuno, el cual consistía en tostadas, jugo y frutas acompañadas obviamente de una buena taza de café caliente. El televisor estaba prendido, al parecer tenían la agradable costumbre de escuchar música de los 80 a los 90 mientras comían en la mesa. La mamá de Melodie siempre muy atenta trataba de hacerte sentir como en tu casa, me averiguaba todas las actividades culturales que habría en la ciudad en esos días por las fiestas. Como no suelo rechazar una conversación interesante perdí la noción del tiempo mientras intercambiaba experiencias con mis buenas samaritanas y tenía pocos minutos para ir hasta el hotel para reunirme con los demás y salir para Ingapirca, por suerte no fue nada que un viaje en taxi no pudiera solucionar y obviamente la típica excusa ecuatoriana de “en 5 minutos estoy llegando”, luego de 15 minutos habíamos llegado al hotel y en cuestión de segundos salimos en dirección a Ingapirca nuestra guía hasta las tan famosas ruinas Incas no sería otra que la aplicación de Google Maps, cuyo apodo por la voz que usaba en las instrucciones de rutas que daba sería “La señora”. Luego de llenar el tanque partimos, en el  camino Melodie fue mostrándome el lugar donde se encontraba estudiando su carrera universitaria y de sus travesías para poder llegar hasta ella.


Luego de 45 minutos de viaje habíamos llegado a Ingapirca, bueno en realidad a la calle Ingapirca, resulta que la aplicación confundió nuestro destino con una calle del mismo nombre lo cual nos hizo salir un poco del camino, pero preguntando a las personas adecuadas ya nos encontrábamos nuevamente en el camino, sucedieron algunas escenas graciosas mientras una amiga preguntaba el camino hasta las ruinas como una señora que tuvo un susto de muerte lo que provoco las risas de todos los presentes en el carro. Pronto el camino dejaría de ser de asfalto para ser de piedras y polvo, nos llamo la atención que durante el viaje de ida hayamos visto pasar corriendo a dos chicas por el carretero, no podíamos entender algún motivo en particular para la conducta de la señora en querer correr algunos kilómetros y peor aun el como unos metros más adelante una tercera chica se les había unido a la travesía, y así iban las tres haciendo carrera para llegar a un destino que todos nosotros ignorábamos pero que nos parecía un tanto gracioso; decidí entonces sacar la cámara y tomar fotos del paisaje que cada vez se ponía mucho más bonito, pero la amenaza de una fuerte neblina nos asechaba con la promesa de que nos acompañaría por el resto del viaje.


Con una consulta más habíamos por fin dado con la localidad aledaña a las ruinas, llegamos hasta un parqueo y nos estaba recibiendo un frio poco agradable; ya con dos buzos encima y luego de estornudar 10 veces continuamos la travesía, esta vez serían unos 15 minutos a pie donde estaban el museo, las tiendas de recuerdos, artesanías, puestos de comida y almuerzos varios y por supuesto la entrada a las ruinas. Como ya se los había comentado el lugar había sido invadido por la neblina y mientras comprábamos los boletos para entrar (cual parque de diversión) fuimos a la fila, Melodie había dejado encargado unas papas fritas las cuales estarían listas al momento de nuestra salida del lugar. Siendo nuestro turno para entrar nos recibió nuestra guía, su nombre era Isaura y no tenia nada que envidiarle a Jefferson Pérez ya que nadie caminaba y se movía como ella por el paramo. Luego de las instrucciones de Isaura comenzamos nuestro paseo mientras nos daba datos curiosos, culturales e históricos de lo que antes solía ser Ingapirca.

Ingapirca es un complejo arqueológico ubicado a unos 3.120 metros de altura, sus construcciones son de origen Inca y según estudios era utilizado como observatorio del sol y la luna, además era un lugar de adoración y veneración al sol quien fue el máximo Dios para los Incas. Isaura nos explicaba que Ingapirca es una palabra quichua que significa “Muro del Inca” y siguiendo la ruta marcada por el recorrido nos iba explicando este y otros datos interesantes sobre el complejo y de los intentos por tratar de preservar este legado de la cultura incásica. Fuimos encontrando muchas llamas en el camino y con dificultad a la distancia podíamos alcanzar a ver el “Templo del Sol” debido a la fuerte neblina presente. Pasado unos 20 minutos Isaura nos daba desde ya la advertencia de que en el templo del Sol solo podríamos estar solo un total de dos minutos, los cuales en realidad fueron 5. Aun con la neblina presente se podía admirar un bonito paisaje desde la cima del templo e inclusive me pareció haber visto lo que parecía ser una especie de alcantarillado Inca.



Una vez terminado el recorrido Melodie me convenció para ir por unas postales y luego la acompañe a ver sus papas fritas las cuales no sentía en mis dedos por el frio que tenia sin importar lo calientes que estaban, mientras caminábamos hacia el carro había empezado a llover sobre nosotros por la cantidad de niebla acumulada ahí, ya en el carro me dedique a comer toda la comida chatarra que había comprado en el lugar y luego de unos minutos empecé a recuperar el calor en mis manos. Ya de regreso en Cuenca tomamos caminos separados en el centro comercial Millenium Shopping y fuimos a descansar un poco a la casa. En esta ocasión la noche nos tenía preparado una noche de relax, viendo películas en casa, comiendo y conversando amenamente solo que antes de dormir pude ver en mi Twitter que me habían preguntado la ruta hasta Ingapirca y si podía usar el Google Maps, obvio que le advertí que no lo haga, le brinde algunas indicaciones y que para más información que consulte con las personas del lugar. No siempre es bueno confiar en una maquina en un viaje. 

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