Definitivamente del día Jueves al Viernes había tenido las
mejores horas de sueño del viaje, sentían que eran las 9 cuando en realidad
eran más de las 10 y media de la mañana, del otro lado de la puerta, en el pasillo
escuchaba a Melodie pasar, decidí entonces levantarme y lavarme la cara; en
este día iríamos a recorrer las ruinas de Pumapungo, pero antes iríamos a
buscar un lugar donde comer comida típica cuencana y luego a recorrer las
partes de la ciudad que faltaba conocer.
En el momento del desayuno estuvimos planeando las
actividades del día, no me había reportado con mi amiga Marthita y el grupo,
pero sabía que en alguna parte de la ciudad me los encontraría ya que sabía que
tenían pensado hacer turismo por la ciudad. Unos minutos más tarde estábamos en
el centro de la ciudad y nuestra primera parada fue la Catedral de la
Inmaculada Concepción, el primer día en Cuenca había estado en el lugar, pero
las puertas estuvieron cerradas asi que no pude apreciarla desde adentro, ahora
que estaban atendiendo fuimos para ver el lugar. Este templo es sin duda una
bonita obra de arte, muy grande (Es si no me equivoco el templo más grande en el Ecuador) y
mientras caminaba con Melodie íbamos hablando sobre temas relacionados al
lugar, Melodie me preguntaba y yo le respondía en la medida que conocía por
estar en la Iglesia Ortodoxa. En la entrada te recibe una estatua inmensa de
Juan Pablo II y el arte en el lugar era muy interesante en especial como se
veían las cúpulas desde adentro de la catedral, los cuadros de las estaciones y
el lugar donde el sacerdote oficiaba la misa. Muchas de las personas que
estaban en el lugar no mostraban un ápice de respeto, tomándose fotos en
lugares en el lugar que les daba la gana; situaciones y comportamientos con los
que no me encontraba cómodo, pero supongo que no es la culpa de esas personas,
nadie tal vez supo explicarles de pequeños la importancia de guardar un poco
respeto en lugares como una iglesia, y aunque no se trate de la verdadera al
menos la intención de guardar el respeto a Dios cuenta.
Salimos después de algunos minutos, eran un poco más del
medio día y nuestra primera opción de almuerzo fue un restaurante justo a lado
de la catedral donde estábamos. El nombre del local era “Raymipampa” y había
una pequeña columna para entrar, Melodie al parecer conocía a los dueños y nos
consiguieron una mesa, luego de sentarnos y traernos el menú nos pusimos a
conversar bastante sobre nuestros pasados, hubo mucha tela que cortar y fue
mejor así ya que de esa forma hicimos algo de tiempo hasta la llegada de
nuestros almuerzos. Habíamos pedido el mismo plato que consistía en carne,
hornado, morcilla, locro y más; un mix que salió bastante delicioso, el plato
estaba lleno, pero el hambre pudo más y fue así como pasamos los siguientes 40
minutos entre buena comida, buen ambiente (en especial la vista del parque
desde la ventana del restaurant) y sin duda una buena compañía.
Salimos del lugar y bajamos por algunas calles del centro,
Melodie quería mostrarme la casa que había pertenecido a sus abuelos y que
tenia algunas décadas encima, llegamos luego de caminar unos 15 minutos y en la
esquina de aquella intercesión se levantaba una casa de dos pisos bastante
bonita y simpática, nos preguntamos que tal hubiera sido vivir ahí y de los pocos
que guardaba ella de aquel lugar que algún día planea recuperar. No dejaba de preguntarme que se sentiría ese
sentimiento de pertenencia a un lugar físico, en mi vida no solo he sentido eso
por mi ciudad, pero no por una casa… en el transcurso de los últimos 20 años
pase por algunos cambios de casa donde no me quedaba un tiempo mayor a los 5
años, luego de irme de ellos sentía la obvia nostalgia, pero no ese sentimiento
bonito de pertenencia, tal vez en un futuro no muy lejano Dios me permita
sentir eso que muchos le llaman hogar.
Caminando y bajando por las calles de la ciudad llegamos a
un convento de monjas que es famoso por los dulces que en dicho lugar se
preparan y venden y es que una de las cosas por la que Cuenca es conocida es
sin duda por sus dulces, compramos algunos de mucho tipo, la gran mayoría
chocolates y cocadas para mi regreso a Guayaquil y para el camino. Unos pasos
más adelante nos encontramos con una tipo librería donde vendían bastantes
libros usados, me tope con algunos de una editorial que solía leer mucho de
niño y Melodie encontró un libro de anatomía que separo para recoger la semana
que seguía. Llegamos a unas escalinatas las cuales llevaban a uno de los
puentes del rio, pasamos por esos ambientes disfrutando del paisaje y me gusto
el hecho de que inclusive haya la facilidad de sentarse a orillas del rio lo
cual de hecho hicimos, en los próximos minutos me quede acostado en la hierba
mirando al cielo, el sonido del agua chocar con las rocas lograron el ambiente
perfecto para el descanso que buscaba, me sentía en paz.
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