Siguiendo el post anterior, había tomado una decisión y ahora estaba camino a un nuevo destino fuera de toda previa planificación; eran cerca de 45 minutos los que nos separaban de Alausí y habíamos trepado a un bus en Palmira, en nuestro carro íbamos acompañados de unos 3 alemanes, un ecuatoriano (aparte de mi) y una chica italiana con acento catalán. Nos ubicamos al fondo del carro como en las épocas del colegio, habíamos sacado algo de agua mientras organizaba las cosas de mi pequeña maleta (como si tuviera una bolsa de ítems al estilo Final Fantasy) y aproveche a sacar mi cuaderno y escribir un poco sobre las impresiones obtenidas de las ultimas 2 horas. Janina nos estaba planteando la idea de almorzar una vez llegado a nuestro destino y en los primeros asientos estaba alzando la voz el otro ecuatoriano mientras conversaba con la italiana, pude comprender el porque se nos considera gritones y habladores, por mi lado opto siempre por el silencio y la prudencia; son preferibles las cosas así.
El viaje fue de lo más tranquilo, por momento habíamos hablado de nuestros planes para después de regresar a Riobamba, Janina se quedaría u día más en Riobamba, en cambio Erick tenia en mente ir en la noche a Otavalo, por mi parte ese mismo día haría un viaje a Quito a reunirme con mi familia; pasado los minutos logramos divisar al cantón de Alausí y luego de una rápida parada en la gasolinera donde se quedarían algunos de las personas que nos acompañaban para coger un bus que los lleve a Cuenca el nuestro solo descendió hasta llegar a la calle principal del cantón, luego de bajar del bus vimos rápidamente a nuestro alrededor, a lo lejos estaba la estatua a San Pedro de Alausí, era casi medio día y optamos por buscar algo de comer; entramos al primer local que vimos, uno en toda la esquina donde pedimos el menú y sentados intercambiamos algunos comentarios sobre la televisión nacional, por ejemplo mis acompañantes no se explicaban el porque en el programa de “Quien quiere ser millonario” el premio máximo era de tan solo 50.000 dólares mientras en su país era de un millón de dólares y también se toco el tema del porque los latinoamericanos tenemos la mala costumbre de ver la televisión mientras comemos nuestros alimentos, sus dudas respecto al tema eran fáciles de entender ya que el almuerzo debería ser el momento del día en los que te encuentras con los demás miembros de tu familia y donde se puede aprovechar la oportunidad para intercambiar anécdotas del día vivido, ya sea en el colegio o en el trabajo y más raro aun es que aun se considere que las familias latinas son las más unidas. Janina me estaba describiendo como era un día normal para ella en su ciudad natal, ya para esto habíamos pedido hace unos minutos nuestros platos los cuales eran seco de gallina y carne, Janina quien había resultado ser vegetariana solo pidió aparte de la sopa un arroz con ensalada y vegetales, pasaban los minutos y para serles sinceros se me dificulto mucho no mirar hacia el televisor, me sentía un tanto avergonzado por ello pero pude controlar en parte mis impulsos nacidos de la costumbre y enfocarme en la conversación que estábamos teniendo.
Una vez terminado nuestros almuerzos y cancelar las cuentas salimos a recorrer los alrededores, en mi opinión Alausí es un lugar bastante bonito y tranquilo, habíamos pasado ya un parque, puestos de comida y ahora habíamos llegado a la estación de buses, averiguamos los precios del pasaje hasta Riobamba y luego de subir al próximo bus en salir nos acomodamos para otras dos horas de viaje; Erick para ese entonces estaba tratando de conseguir un lugar donde quedarse al llegar a Otavalo, tenia en su libro/guía sobre Ecuador algunas direcciones, consejos y teléfonos de contacto, intentamos marca desde su celular pero el saldo que tenia no le permitía la llamada por ser bono; le ofrecí mi celular para hacer la llamada pero al parecer los números en aquella guía no funcionaban más. Quedamos en buscar información sobre los hostales una vez llegados a los nuestros en Riobamba. Durante el trayecto aproveche en comer y compartir algunas barras de chocolate que tenia compradas desde la mañana para luego dormir un poco, cosa que no hacia bien últimamente mientras escuchaba a Janina y Erick hablar y hablar en Alemán yo estaba siendo despertado por los reclamos de los demás pasajeros por la velocidad en la que iba el chofer y la forma irresponsable en la que supuestamente estaba manejando. Al despertarme por completo aprovechamos para intercambiar teléfonos de contactos y correos entre nosotros para mantenernos en contacto y no perder la comunicación una vez terminada nuestra aventura; las dos horas pasaron volando y ahora estábamos entrando al terminal terrestre de Riobamba, aprovechamos para averiguar sobre los próximos carros a Quito y a Otavalo, para nuestra mala suerte ya no habrían más carros hacia Otavalo y el próximo bus a Quito saldría a las 3 y media de la tarde, meditamos sobre la situación y llegamos a la conclusión de que lo mejor seria que Erick se venga conmigo a Quito y desde la terminal de allá conseguir un carro que lo deje en Otavalo, entonces teníamos menos de 1 hora para regresar a nuestros hoteles, coger nuestras cosas y regresar a la boletería por nuestros pasajes; fue una suerte que desde las primeras horas del día ya tenia lista mi maleta para eventualidades como estas (que por lo regular me suelen suceder) y partimos en dirección a la estación de trenes, paramos al primer taxi y para mi grata sorpresa Janina estaba negociando el precio de nuestra carrera como toda buena ecuatoriana! Dejando nuestro viaje en 1.50 dólares, hecho que me hizo sonreír, esta chica sin duda era lo máximo!
Estábamos ahora afuera de la estación de trenes y frente al hotel donde se estaba hospedando Janina y Erick, luego de un par de indicaciones había llegado el momento de la despedida; es difícil de creer que uno aun buscando la soledad en sus viajes llegue a conocer y querer pasar más tiempo con seres humanos como ellos, nos dimos un gran abrazo como si de una amiga de años me estuviera despidiendo y es que aunque haya sido corto el tiempo desde que nos conocimos no hay mejor forma de conocer a alguien que no sea haciendo un viaje, en ese instante no estaba despidiendo a una “conocida” que conocí en la calle, sino más bien a una amiga de años que continuaría siéndolo por toda la vida. Corriendo al hotel subí rápidamente las escaleras y luego de revisar que nada se me quedara en la habitación baje con mis cosas y despidiendo y sobre todo agradeciendo el trato amable y atento de quienes atendían ahí me fui con la promesa de volver a quedarme en el mismo lugar de darse otra oportunidad de viajar a tan linda ciudad. Ya en el lugar de encuentro estaba Erick esperándome con sus maletas y paramos el segundo taxi que paso, llegamos en menos de 3 minutos al terminal y el tiempo aun estaba de nuestro lado, pero al parecer se habían sobre vendido los pasajes para el bus y como alternativa de solución habíamos encontrado un bus que salía a las 4 de la tarde, por lo cual teníamos 30 minutos más hasta que viniera nuestro carro, nos sentamos en el parqueadero de buses y aproveche en llamar a mi primo Ricardo sobre la hora de salida de mi carro, terminada la llamada Erick abrió su maleta y me dio un diccionario español - Alemán para que conociera su idioma y también me enseño a decir un par de frases sencillas, ya en el carro hablamos un poco sobre su decisión de venir a conocer mi país y del como su abuela pensaba que al Ecuador al que iba era el que esta en África, con el paso de los siguientes 30 minutos aproveche en seguir leyendo mi libro sobre la iconografía y Erick aprovecho también a escuchar música, nos quedaban aun 3 horas de viaje y aun así no me encontraba del todo cansado.
Habíamos llegado a la capital de Ecuador y el frio que escandalosamente estaba fuerte nos había recibido, desembarcamos y tenia en mente que en los próximos 30 minutos vendrían por mi, nos encontrábamos en la terminal de buses del sur y habíamos entrado por el patio de comidas donde Erick me invito a comer, ya que mi primo se había demorado un poco en recogerme acompañe a Erick a conseguir su pasaje a Otavalo y una vez conseguido corrimos ya que su carro salía en 4 minutos, nos dimos un fuerte abrazo y fue así como había terminado aquella alianza viajera nacida de las circunstancias con la promesa y esperanza de toparnos nuevamente por el mundo, solo pude persignarme agradeciendo a Dios por el milagro de nuestros encuentros y por haberme cuidado durante todo mi trayecto, agarre mi maleta con fuerza y partí en busca de mi primo; era el final de aventura y ahora se daba el comienzo de una totalmente diferente…
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