Luego de algunos meses sin poder disfrutar de un buen viaje
tuve la oportunidad de pasar unos días fantásticos en Cuenca, gracias a una
rápida decisión y la buena voluntad de una amiga y siendo las 3 de la mañana
del 2 de Noviembre el viaje esta decidido y una hora más tarde estaba ya
arreglando mis maletas. Mi buena samaritana y compañera de viajes iba a ser
Marthita quien iría en un principio con 5 amigas suyas y el novio de una de
ellas, estando listos el viaje por carretera comenzó cerca de las 8 de la mañana,
en nuestro carro iba conduciendo un chico llamado Carlos el cual trabajaba con
el papá de ella.
El viaje no duro más de 3 horas y siendo las 11 de la mañana
ya estábamos en el hotel donde el grupo se quedaría. Gracias a un mensaje por
Facebook que envié a una amiga que residía en Cuenca a las 3 am ya para las 4 y
media tenía confirmado un lugar donde quedarme, y entonces una vez que el resto
se terminara de acomodar solo me faltaba esperar a mi amiga. Su nombre es
Melodie, antigua y fiel lectora de mi Blog con quien había comenzado una bonita
amistad hace aproximadamente 4 años atrás y que por cosas de la vida se
encontraba viviendo en Ecuador, esta seria la segunda vez que nos veríamos en
persona, pero el sentimiento al verla es como tratar con un amiga de muchos,
muchos años y no hay nada que me guste más que compartir momentos de mi vida
con personas de mi entera confianza. Cuando ella se había bajado del taxi el
resto del grupo se había adelantado a comer en un restaurante llamada el “Pavon
Real” y con unas vagas indicaciones de donde quedaba el local procedimos con su
búsqueda la cual culmino rápidamente gracias a la bondad de 2 señoras que
gentilmente nos habían proporcionado la dirección completa.
Recuerdo haber pedido un plato de camarones y la comida en
el lugar no estaba mala, lo único de lo que podría quejarme fue el tiempo de
espera, luego de disfrutar de nuestros respectivos platos tomamos caminos
separados, el resto tenia planes de asistir a un concierto de noche, mientras
yo planeaba conocer la ciudad y obviamente liberarme un rato de mi maleta.
Entonces nuestra próxima parada fue a la casa de mi amiga Melodie, cogimos un
bus mientras íbamos conversando en el camino, algo que siempre me maravillo de
ella fue su fluidez al hablar el español y obviamente su forma única de ser. Luego
de 20 minutos de viaje habíamos llegado a su casa, un departamento con
decoraciones color rosa que lo hacían parecer un sueño surreal, en la casa nos
recibió la mama de mi amiga, una persona siempre presta a ayudar , agradable y
de buen corazón quien aparte de su hija me hicieron sentir como en mi casa todo
el tiempo. Conversamos durante mucho tiempo, hablando de como nos habíamos
conocido, recordando los múltiples mensajes que nos habíamos enviado en los
últimos años, intercambiando impresiones, etc. La mamá de mi amiga nos había
ayudado con algunos programas sobre las actividades que habrían en la ciudad
por las fiestas y luego de probar algunos dulces (Melodie tiene una gran
debilidad hacia ellos) salimos hacia la ciudad.
Visitamos el centro de la ciudad, en el pude ver por afuera
la Catedral de La Inmaculada Concepción siendo esta la iglesia o catedral más
grande del Ecuador, hecha de mármol su edificación comenzó en 1885. En un
principio Cuenca me atrajo por su arquitectura, no terminaba de aprenderme bien
las calles ya que una se parecía más a la otra, caminamos y caminamos
conversando de muchas cosas y luego de mucho andar entramos a una cafetería por
algo de tomar lo que luego seria unas cuentas copas de vino tinto y algo de
picar. El ambiente era encantador, con familias compartiendo momentos
agradables y otros solitarios que trabajaban en sus laptops, por afuera en las
calles todos iban y venían y nuestra charla cada vez iba mucho mejor; luego uno
de los chicos de la otra mesa mostro su gusto por mi amiga pero el pequeño
andaba muerto de miedo de hablarle, su padre y abuela le animaban pero eso solo
lo hacia dudar más. Antes de irse el pequeño se animo y se despidió de Melodie
y aun cuando era cargado por su padre desde la calle seguía despidiéndose de
ella.
Como era la apertura de las fiestas de la ciudad salimos de
la cafetería hacia el centro de la ciudad para ver un evento conocido como “Las
vacas locas” que eran uno muñecos tipo año viejo que eran cargados por alguien
y que a medida que pasaba el tiempo iban reventando y explotando en colores, antes
de que ellos salieran la fiesta local era animada por la banda del ejercito
nacional, Melodie se preguntaba como ellos le hacían a lo que yo le respondí:
“Es el ejercito nacional, saben hacer de todo menos combatir” luego de algunas
risas y algunos encuentros con amigos y conocidos de Melodie dio inicio el
evento de los juegos pirotécnicos, la gente empezó a rodear a las así llamadas
“Vacas locas”, estas empezarón a danzar dentro del circulo que se había formado, eran un total de dos vacas, una cafe y y la otra blanca y cada vez que se acercaban a las personas estás se asustaban por las posibles explosiones que se vendrían y una vez terminado su acto la mirada de todos los presentes se
había enfocada en la torre, llena de explosivos que reventaban de variadas
formas, piso por piso hasta llegar a la cima donde había uno que al prenderse
salió volando dando giros en su propio eje.
Un gran espectáculo y un día digno de recordar, para ese momento
estaba cansado y no soportaba mis piernas así que regresamos en taxi a la casa
para descansar, nos esperaba una excursión a Ingapirca al día siguiente.
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