Habiendo descansado un poco del viaje y del trajín del
primer día estábamos en pleno día Jueves y 5 minutos luego de abrir los ojos se
me ocurrió llamar a una amiga para consultar sus planes del día; anteriormente
habíamos comentado la idea de ir hasta Ingapirca solo que aun no se había
confirmado una fecha la cual podría bien haber sido el Viernes o el Sábado,
para alegría mía se había decidido que ese Jueves sería el día de la
expedición. Tomando algo de fuerzas para caminar hasta el baño y lavarme la cara
y los dientes trataba de acostumbrarme al clima frio y a las trampas mortales
en las que se convierten los baños con una temperatura un poco mayor a los 10
grados.
En la sala ya me estaba esperando levantada mi amiga Melodie
y su mamá quienes estaban terminando de preparar el desayuno, el cual consistía
en tostadas, jugo y frutas acompañadas obviamente de una buena taza de café
caliente. El televisor estaba prendido, al parecer tenían la agradable
costumbre de escuchar música de los 80 a los 90 mientras comían en la mesa. La
mamá de Melodie siempre muy atenta trataba de hacerte sentir como en tu casa, me
averiguaba todas las actividades culturales que habría en la ciudad en esos
días por las fiestas. Como no suelo rechazar una conversación interesante perdí
la noción del tiempo mientras intercambiaba experiencias con mis buenas
samaritanas y tenía pocos minutos para ir hasta el hotel para reunirme con los
demás y salir para Ingapirca, por suerte no fue nada que un viaje en taxi no
pudiera solucionar y obviamente la típica excusa ecuatoriana de “en 5 minutos
estoy llegando”, luego de 15 minutos habíamos llegado al hotel y en cuestión de
segundos salimos en dirección a Ingapirca nuestra guía hasta las tan famosas
ruinas Incas no sería otra que la aplicación de Google Maps, cuyo apodo por la
voz que usaba en las instrucciones de rutas que daba sería “La señora”. Luego
de llenar el tanque partimos, en el
camino Melodie fue mostrándome el lugar donde se encontraba estudiando
su carrera universitaria y de sus travesías para poder llegar hasta ella.
Luego de 45 minutos de viaje habíamos llegado a Ingapirca,
bueno en realidad a la calle Ingapirca, resulta que la aplicación confundió
nuestro destino con una calle del mismo nombre lo cual nos hizo salir un poco
del camino, pero preguntando a las personas adecuadas ya nos encontrábamos
nuevamente en el camino, sucedieron algunas escenas graciosas mientras una
amiga preguntaba el camino hasta las ruinas como una señora que tuvo un susto
de muerte lo que provoco las risas de todos los presentes en el carro. Pronto
el camino dejaría de ser de asfalto para ser de piedras y polvo, nos llamo la
atención que durante el viaje de ida hayamos visto pasar corriendo a dos chicas
por el carretero, no podíamos entender algún motivo en particular para la
conducta de la señora en querer correr algunos kilómetros y peor aun el como
unos metros más adelante una tercera chica se les había unido a la travesía, y
así iban las tres haciendo carrera para llegar a un destino que todos nosotros
ignorábamos pero que nos parecía un tanto gracioso; decidí entonces sacar la
cámara y tomar fotos del paisaje que cada vez se ponía mucho más bonito, pero
la amenaza de una fuerte neblina nos asechaba con la promesa de que nos
acompañaría por el resto del viaje.
Con una consulta más habíamos por fin dado con la localidad
aledaña a las ruinas, llegamos hasta un parqueo y nos estaba recibiendo un frio
poco agradable; ya con dos buzos encima y luego de estornudar 10 veces
continuamos la travesía, esta vez serían unos 15 minutos a pie donde estaban el
museo, las tiendas de recuerdos, artesanías, puestos de comida y almuerzos
varios y por supuesto la entrada a las ruinas. Como ya se los había comentado
el lugar había sido invadido por la neblina y mientras comprábamos los boletos
para entrar (cual parque de diversión) fuimos a la fila, Melodie había dejado
encargado unas papas fritas las cuales estarían listas al momento de nuestra
salida del lugar. Siendo nuestro turno para entrar nos recibió nuestra guía, su
nombre era Isaura y no tenia nada que envidiarle a Jefferson Pérez ya que nadie
caminaba y se movía como ella por el paramo. Luego de las instrucciones de
Isaura comenzamos nuestro paseo mientras nos daba datos curiosos, culturales e
históricos de lo que antes solía ser Ingapirca.
Ingapirca es un complejo arqueológico ubicado a unos 3.120 metros de altura, sus construcciones son de origen Inca y según estudios era utilizado como observatorio del sol y la luna, además era un lugar de adoración y veneración al sol quien fue el máximo Dios para los Incas. Isaura nos explicaba que Ingapirca es una palabra quichua que significa “Muro del Inca” y siguiendo la ruta marcada por el recorrido nos iba explicando este y otros datos interesantes sobre el complejo y de los intentos por tratar de preservar este legado de la cultura incásica. Fuimos encontrando muchas llamas en el camino y con dificultad a la distancia podíamos alcanzar a ver el “Templo del Sol” debido a la fuerte neblina presente. Pasado unos 20 minutos Isaura nos daba desde ya la advertencia de que en el templo del Sol solo podríamos estar solo un total de dos minutos, los cuales en realidad fueron 5. Aun con la neblina presente se podía admirar un bonito paisaje desde la cima del templo e inclusive me pareció haber visto lo que parecía ser una especie de alcantarillado Inca.
Una vez terminado el recorrido Melodie me convenció para ir
por unas postales y luego la acompañe a ver sus papas fritas las cuales no
sentía en mis dedos por el frio que tenia sin importar lo calientes que
estaban, mientras caminábamos hacia el carro había empezado a llover sobre
nosotros por la cantidad de niebla acumulada ahí, ya en el carro me dedique a
comer toda la comida chatarra que había comprado en el lugar y luego de unos
minutos empecé a recuperar el calor en mis manos. Ya de regreso en Cuenca
tomamos caminos separados en el centro comercial Millenium Shopping y fuimos a
descansar un poco a la casa. En esta ocasión la noche nos tenía preparado una
noche de relax, viendo películas en casa, comiendo y conversando amenamente
solo que antes de dormir pude ver en mi Twitter que me habían preguntado la
ruta hasta Ingapirca y si podía usar el Google Maps, obvio que le advertí que
no lo haga, le brinde algunas indicaciones y que para más información que consulte con las personas del lugar. No
siempre es bueno confiar en una maquina en un viaje.
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