En pleno siglo XXI nosotros siendo simples seres humanos nos vemos tan endurecidos de corazón ante sentimientos tan complejos como lo son: el odio, la ira, la envidia, entre otros más que tal vez no sean nacidos del corazón humano pero si alimentados por nuestra inconformidad para con la otra persona que nos ofendió, ya sea con su criterio o acciones.
Está visto que el odio deteriora nuestras almas y nuestra verdadera esencia se corrompe, hasta tal punto de actuar de igual o peor forma con el prójimo así como nuestro agresor hizo para con nosotros, depende de nosotros en todo caso parar con ese ciclo vicioso de horror y entregarnos al poder del perdón ya que de que valdría matar al ladrón? Si ciertamente la delincuencia nos se acabara con el, más bien solo gozaría con esto nuestro egoísta corazón.
Al negarle este don a una persona estamos provocando un acto mortífero, ya que nos estamos negando a nosotros mismo la oportunidad de un nuevo comienzo a base del perdón, pues al perdonar no cambiamos nuestro pasado mas bien estamos creando un mundo nuevo de oportunidades, es la acción del cambio a la que no estamos acostumbrados como seres pasionales que somos. Por eso el rechazo puede engendrar más rencor.
El perdón es un acto personal nacido de mi voluntad, es mi decisión libre, un acto puro que solo plantea marcar una diferencia y sea cual sea la acción a ejecutar es bueno tener siempre en cuenta que la victima de la ofensa soy yo por lo tanto soy yo el enfermo a tratar. El odio nubla nuestro juicio por lo que seria mejor el realizarnos un auto examen ya estando mas calmados, solo enfocándonos en lo sucedido siempre en busca de un humilde desenlace que no afecte a terceros y siempre con el afán de traer justicia y no satisfacción propia.
Un amigo suele decir: “La vida es muy corta para acarrear sentimientos de odio y rencor” recordemos que Dios es fuente de vida así como de amor, es el ejemplo de la entrega perfecta y del amor perfecto. Siempre dispuesto a perdonar a sus hijos que como costumbre descienden inconcientes hasta las profundas tinieblas, pero aun así corre a nuestro encuentro. El perdón es vivificador y solo podremos seguir adelante dejando todo mal momento atrás, aprenderemos a olvidar y podremos volver a amar.
Oración para los que se reconcilian después de la enemistad:
-"Te agradecemos, señor amante de los hombres, Rey de los siglos y Dador de todo lo bueno, quien has derrumbado la valla separadora de la enemistad, has conferido la paz al género humano y has concedido también la pacificación a tus siervos.
Confirma tu temor en ellos, consolida el amor entre ellos a apaga los motivos de conflicto, pues tu eres nuestra paz y a ti rendimos gloria, oh, Padre, Hijo y Espíritu Santo; ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén."
0 comentarios:
Publicar un comentario