Ahora estamos en pleno día lunes, la noche pasada luego de algunos tragos regresamos a la casa para ver una película. Me había despertado con la llegada de un mensaje de texto el cual era de Emilio donde me decía que tenia que irse a Portoviejo por un imprevisto y que si quería me podía regresar a Guayaquil, fue tal mi susto que Salí del cuarto para ver que pasaba solo para encontrarme con la típica broma del día de los inocentes hecha por Emilio y su papa… obviamente esa no fue la única broma del día ya que luego me la hicieron mis amigos del trabajo con que supuestamente había que recoger un bono navideño de compra con lo que pensé en que me seria útil, pero dadas las circunstancias y las malas bromas no había mas que hacer… la playa estaba esperando!
Algo que siempre me había gustado de esta playa en particular era el hecho que su malecón siempre llama la atención, me refiero al hecho de que estas subiendo por la calle y justo antes de cruzar la calle principal el sol te pega directamente a la cara para luego quitar las manos de los ojos y encontrarse ante ti el imponente mar a todas sus anchas recibiéndote y mostrándote a su vez su inigualable belleza.
No hay mejor sensación que la de dejar botada tus maletas y saltar hacia la arena, correr hacia el mar y ser recibido por el impacto de una ola; estábamos ya caminado en dirección a la playa del barrio Chipipe donde se encuentran los condominios mas imponentes del lugar y su playa es la mejor cuidada, el sol estaba pegando bastante fuerte y como de costumbre a su anfitrión se le había olvidado llevar un protector solar (ya se imaginaran los resultados…) mientras caminábamos Emilio y yo estábamos hablando sobre historias de antaño, sobre amigos y del futuro que cada día esta mas latente en nuestros corazones; aquellos nuevos proyectos de viaje, aquellas historias de personas que llegaron a las nuestras sin previo aviso también ellos estuvieron presentes esa lunes por la tarde… El agua para variar esta helada y con el sol que hacia era la mezcla perfecta.
La historia de mi regreso a Guayaquil no es tan importante en si, este fue un viaje que debía hacer, tenia que pasar un momento de paz junto con un amigo de verdad. Quiero aprovechar el momento para agradecer a Emilio, mi hermano quien nunca duda en extender su mano al necesitado, quien a través de su coraje y forma de ser te impulsa a ser un mejor ser humano cada día, gracias por apoyarme en ese y en todo momento sea bueno o malo y a mi GABE quien sin importar la distancia o los costos de la llamada siempre se puede contar con ella para cualquier cosa, el apoyo incondicional de los dos es algo que no suelo encontrar en las personas y ese algo es lo que los hacen tan interesantes al tratar. Un abrazo a esas dos personas especiales que Dios los bendiga siempre.
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